Esta noche estaba destinada a suceder. Las aventuras estaban pactadas metafísicamente de antemano, así que llamé al ladrón de guante blanco y el mismo me dijo que me pasaba a buscar en su auto. Me pasó a buscar y yo agregé un licor de chocolate blanco, o mejor dicho por el ladrón, "el misil". Nuestro destino: La casa del hombre de los billetes. Cuando llegamos allí, nos encontramos con él y con el metalurgico y un par de amigos del hombre de los billetes. Degustamos profundamente el brebaje mágico que había llevado y partimos hacia Living Four.

Adelantando un poco el tiempo y recortando partes irrelevantes de la noche, en la discoteca nos sentamos con el ladrón en unos sillones con tres chicas. El ladrón fue el que comenzó a desplegar su magia parlante, pero mucho efecto no surtió, por lo que solamente nos relajamos y nos dejamos llevar. Unos minutos más tarde, y sin exagerar, la chica mas linda y llamativa de la discoteca me preguntó "¿Me hacen un lugar?", y como no había lugar le dije con una sorisita a lo James Bond "Sí, sentate acá" mientras me golpeaba las piernas. Para mi sorpresa lo hizo, pero ni bien se sentó a "upa" mío, una de las tres chicas se levantó y ella reclamó nuevamente por un lugar, asique le cedí el borde del sillón para que se siente al lado mío. Una vez acomodados, empezé a desplegar mis habilidades conversacionales y, la verdad, no recuerdo mucho que fue lo que dije. Lo que recuerdo es que ella se rió varias veces de las gansadas que iba encadenando verbalmente y, pasado unos buenos diez minutos, que le pedí su teléfono y ella lo anotó. A partir de ahí, aparecieron varias interrupciones, por lo que todo se diluyó y la princesa despampanante se levantó.

Literalmente pasaron menos de dos minutos desde que la princesa despampanante se levantó, hasta que otra chica también reclamó por un lugar en el sillón, asique esta nueva princesa, la princesa negra, ocupó el mismo lugar que la anterior. Volví a ejercer mis palabras virtuosas y tampoco esta vez recuerdo la charla, solamente recuerdo que la princesa negra se quedó por mucho tiempo a mi lado, pero la mitad del mismo hablandome por encima del hombro mientras me daba la espalda. En eso tuvieron mucho que ver mis compañeros de la noche, los cuales me interrumpieron varias veces y la molestaron incesantemente durante un par de minutos. En este punto, la cosa ya se había desvirtuado demasiado, pero decidí persistir. Pasados unos buenos quince minutos, le pedí que me anotara su número de teléfono, pero esta vez se me cerraron las puertas y ella me dijo "No le doy mi número a nadie". Claramente no le creí pero respeté su desición, no la podia culpar por el desvirtúo, el cual fue mi culpa por ser tan perimisivo. Hablamos un rato mas y ella se levantó, me saludó y se fue.

Mucho más no pasó durante la noche, excepto la mención que me hizo el hombre de los billetes, el cual me dijo que había besado a la princesa despampanante. Ahora bien, él había sido el primero que le habló a la princesa, por lo que por derecho y regla grupal, le pertenecería a él, pero dada la oportunidad que me cayó en las manos (Ella acercándose a mi), ¿Quién en su sano juicio la hubiese desaprovechado a propósito?, así que apareció la competencia. Ahora bien, creo que cuento con ventaja, porque el hombre de los billetes si bien la besó, se por sus propias palabras que fue algo medio forzado y que él ni siquiera sabe su nombre. En otras palabras, el tiene lo físico con la princesa despampanante y yo algo así como lo emociónal-empatico. Veremos que sucede, yo por mi parte me daré a la competencia, aunque puede pasar que ninguno de los dos la veamos nunca más. Espero que no sea así y que como mínimo alguno de los dos le llegue profundamente, porque nos lo merecemos. De cualquier manera, GAME ON

Cisne Negro

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